sábado, 28 de octubre de 2017

Verdad onírica

Escucho un fuerte ruido entrecortado. El ruido forma parte de mí. Soy ruido que está a punto de desaparecer. Comienzo a  distanciarme y veo que el ruido procede de mi televisor. Me distancio todavía más y compruebo, ya relajado, que procede de mi viejo televisor.

Así reza el sueño que tuve la pasada noche, y que rememora la intuición que ya tuviera Empédocles con aquello de las fuerzas de la Concordia y de la Discordia. Sí, como en el sueño, el ser recupera su individualidad por la distancia. El agua vuelve al agua, el aire al aire, y así con cada uno de los elementos. De aquella mezcla donde todo se confunde, por la distancia, gracias a ella, cada ente recupera su individualidad, vuelve a su ser, o su ser vuelve a él. Esta es precisamente la idea del sueño, sólo que, además, el sueño habla del sosiego de quien recupera su identidad. ¿Pero cómo podría ser de otro modo? Esta idea, que la distancia sosiega y pacifica es lo que andaba buscando para concluir mi trabajo sobre el exceso y la dispersión. Gracias, sueño.


Por turnos prevalecen en el curso del ciclo,
se amenguan mutuamente y se acrecientan por turno 
        prefijado,
pues sólo ellos son reales, mas en su mutuo recorrerse
se tornan hombres y especies de otros animales.
Unas veces por Amistad concurriendo en un solo orden del 
        mundo, 
otras por el contrario separados cada uno por su lado por la 
        inquina del Odio,
hasta que, en uno combinados, acabe por surgir en lo 
        profundo el todo.
De esta forma, en la medida en que lo uno está habituado a 
        nacer de lo múltiple
y en la medida en que, a su vez, al disociarse lo uno, lo 
        múltiple resulta,
en ese sentido nacen y no es perdurable su existencia.
Mas en la medida en que estos cambios incesantes jamás 
       llegan a su fin,
en ese sentido son por siempre inmutables en su ciclo.


Empédocles de Acragante, Acerca de la naturaleza

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno de los fragmentos más bonitos de la Filosofía antigua, junto con el de Anaximandro acerca de la "mutua retribución y pena según la disposición del tiempo".
Ahora tengo curiosidad por ver como has resuelto la tesis sobre el exceso y la dispersión (dos conceptos que, por cierto, me tocan de pleno)

David Porcel Dieste dijo...

Sí, hay una resolución que confío pronto resuelva. Gracias por tu comentario y la mención, tan sugerente, de Anaximandro. Un abrazo. David

M. A. Velasco León dijo...

El sueño ha sido la excusa, el detonante para que aflorase tu idea de la distancia. Porque también podías interpretar que el pasado (el viejo televisor) sigue generando ruido en el presente, es decir sigue pesando. Habría que ver qué te sugiere la idea de ruido y, sobre todo, qué emociones te acompañaban en el sueño.
Dejando mi faceta de psicólogo barato, la distancia, sí, pero nunca excesiva, pues dispersa.
Salud

Anónimo dijo...

Excelente reflexión la que haces de tu sueño. Diría que, incluso, sueño y reflexión se complementan, como distancia, sosiego, conocimiento van construyéndose uno a otro.

P

David Porcel Dieste dijo...

Gracias por vuestros comentarios, siempre sugerentes y bienvenidos. Es claro que en la interpretación del sueño operan elementos vigilantes, pero ahí está la emoción, sí, o la condensación de sentido que ofrece material de interpretación. En el fondo, subyace la idea de que la distancia posibilita el ser y la determinación. La distancia, siempre medida, no solo posibilita tu mirada, sino la mirada del otro, y, con ello, se ve fortalecida la individualidad. Saludos